Un impresionante descubrimiento en el yacimiento de Karahantepe, al sureste de Turquía, ha revelado un pilar de 12.000 años de antigüedad con un rostro humano tallado. Esta escultura, considerada un ejemplo de “complejidad artística” por los expertos, ofrece una pista vital sobre la evolución del pensamiento simbólico en las primeras sociedades sedentarias. El hallazgo sugiere un cambio cultural profundo: los humanos comenzaban a situarse a sí mismos en el centro de su mundo.
Más que un dios: el despertar de la identidad humana
Los arqueólogos creen que la figura probablemente no representa una deidad, sino un concepto abstracto a través de la forma humana. Este hallazgo marca una evolución en la expresión artística: si las primeras tallas se centraban en animales, la transición a la vida sedentaria trajo consigo la representación de figuras humanas. Para los expertos, este es un testimonio clave del momento en que la humanidad empezó a tener una conciencia de sí misma y de su lugar en el universo, un paso fundamental en nuestra historia colectiva.
La talla, con sus rasgos afilados, nariz pequeña y ojos hundidos, no solo representa un rostro, sino que le añade expresión, lo que apunta a una visión del mundo más compleja. Lo más fascinante es que este estilo artístico minimalista no estaba aislado. Arqueólogos han señalado su gran parecido con una talla de la misma época descubierta en el yacimiento de Nahal Ein Gev, en Israel. Este paralelismo sugiere una “historia compartida” y la existencia de conexiones culturales en el Próximo Oriente durante el Neolítico, indicando que el arte y los símbolos se movían a través de vastas distancias.

