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El primer papa estadounidense desafía a Trump: León XIV condena su política migratoria “inhumana” y los ataques en el Caribe

En uno de sus desafíos más directos a la administración del presidente Donald Trump, el papa León XIV –el primer pontífice estadounidense en la historia– ha lanzado una contundente crítica contra las políticas migratorias y de seguridad de su propio país. Desde su residencia en Castel Gandolfo, el pontífice se refirió específicamente a las personas que han vivido en Estados Unidos “durante años y años sin causar problemas” y que ahora se ven afectadas por las deportaciones masivas, en lo que analistas interpretan como un claro rechazo a las redadas del ICE. El historiador católico Austen Ivereigh lo calificó como un mensaje “muy contundente” y directo. 

La crítica no se detuvo en la migración. El papa también abordó la tensión en el Caribe, donde Estados Unidos ha bombardeado barcos venezolanos sospechosos de transportar drogas. “Creo que con la violencia no ganaremos”, afirmó León XIV en italiano, sugiriendo que el despliegue militar estadounidense lejos de calmar las aguas, estaba aumentando la tensión regional. Esta postura marca una evolución desde sus iniciales comentarios cautelosos sobre geopolítica hacia un tono más firme que ya había insinuado el mes pasado cuando tachó de “inhumana” la represión migratoria de Trump. 

Un pontífice con experiencia migrante que mantiene las enseñanzas de la Iglesia

Nacido en Chicago como Robert Prevost, el papa León XIV pasó gran parte de su vida como misionero en Perú, una experiencia que según la profesora Anna Rowlands de la Universidad de Durham, ha moldeado su perspectiva personal sobre la migración. Aunque muchos católicos conservadores en Estados Unidos celebraron inicialmente la elección de un papa estadounidense tras la conflictiva relación con el papa Francisco, ahora están descubriendo que León XIV no cambiará las enseñanzas de la Iglesia para acomodarlas a la agenda política de Trump. De hecho, en su primer documento importante ya dejó claro que la pobreza y la migración serían centrales en su papado, incluso instando a que se permita a los trabajadores pastorales atender a los detenidos en centros de inmigración donde se ha prohibido recibir la comunión. 

Al dirigirse directamente al público estadounidense en inglés, el pontífice reiteró la creencia católica de que todos los cristianos serán juzgados por cómo acogieron al “extranjero”. Este enfrentamiento epistémico plantea un dilema particular para los altos funcionarios católicos de la administración Trump, como el vicepresidente JD Vance y el secretario de Estado Marco Rubio, con quienes el papa se reunió previamente. Como señaló Ivereigh: “Cuando el papa se expresa de forma tan contundente, ejerce presión sobre la Administración estadounidense, especialmente sobre aquellos que se identifican como católicos”.

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