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China resiste aranceles de EE.UU. con diversificación comercial: ¿Sostenible a largo plazo?

En un contexto de renovada tensión comercial bajo la segunda administración de Donald Trump, China ha demostrado una notable resiliencia al redirigir sus exportaciones hacia mercados alternativos, mitigando el impacto de los aranceles estadounidenses que alcanzaron picos de tres dígitos en 2025. Como ilustra el caso de Derek Wang, un exportador de utensilios de cocina en Guangdong, las empresas chinas han pivotado rápidamente hacia compradores en Brasil, Japón, Malasia y Camboya, priorizando “mercados cercanos” para compensar la caída del 18% en envíos a EE.UU. durante los primeros diez meses del año. Esta estrategia, impulsada por la vasta presencia económica de China —fortalecida por la Iniciativa de la Franja y la Ruta— ha permitido un crecimiento general de exportaciones del 5,3% en el mismo período, con incrementos del 7% a la UE, 14% a ASEAN y 26% a África. Sin embargo, la reciente contracción del 1,1% en octubre —la primera desde febrero— plantea interrogantes sobre si este “triunfo” es un impulso temporal o una ventaja estructural duradera. La tregua comercial acordada el 30 de octubre entre Trump y Xi Jinping en Busan, que reduce aranceles a un promedio del 47% y suspende controles chinos sobre minerales raros por un año, ofrece un respiro, pero no resuelve las vulnerabilidades subyacentes.

La diversificación de China no es un fenómeno improvisado, sino el resultado de décadas de expansión global y ajustes proactivos ante la primera guerra comercial de Trump (2018-2020). Expertos como Jacob Gunter de MERICS destacan que Pekín ya había acelerado la apertura de mercados emergentes antes de 2025, invirtiendo en cadenas de suministro en el sudeste asiático y México para ensamblar productos y evadir aranceles. Esto se evidencia en el auge de exportaciones de vehículos eléctricos, paneles solares y maquinaria de construcción, sectores donde China domina gracias a subsidios y sobreproducción. En América Latina, el crecimiento en fertilizantes y electrónica ha sido impulsado por la demanda de transición verde, mientras que en África, analistas como David Omojomolo de Capital Economics ven una “relación de doble vía”: China exporta exceso de capacidad en energías renovables, beneficiando a continentes con brechas energéticas. La tregua, que incluye compras chinas de 12 millones de toneladas de soja estadounidense en noviembre-diciembre y 25 millones anuales hasta 2028, junto con la pausa en restricciones a tierras raras, refuerza esta posición. No obstante, datos de la OMC indican que el superávit comercial chino podría superar el billón de dólares de 2024, irritando a socios globales y exacerbando acusaciones de “dumping” subsidiado.

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A pesar de estos logros, la sostenibilidad de la ventaja china enfrenta desafíos multifrontales, tanto internos como externos. Globalmente, la redirección de flujos ha provocado reacciones proteccionistas: en la primera mitad de 2025, EE.UU., India, México y Brasil iniciaron 79 investigaciones antidumping contra productos chinos, un aumento drástico según la OMC. Países como México y Canadá han elevado aranceles en sectores clave para blindar industrias locales, temiendo una “desindustrialización” por ensamblaje chino sin transferencia tecnológica, como advierte Diego Rodríguez de Americas Market Intelligence. En ASEAN, Rebecca Sta Maria describe un “tsunami de productos chinos” que abruma a economías locales, aunque beneficia a PYMES con componentes de alta gama. Internamente, la contracción exportadora de octubre refleja el fin del “front-loading” (acumulación anticipada ante aranceles) y una demanda doméstica débil, con importaciones creciendo solo un 1% y el PMI manufacturero en 49,0 —el peor en seis meses—. Fabricantes como Zhang Peipei en Jiangxi reportan cancelaciones de turnos y despidos, mientras analistas como Gerard DiPippo de RAND estiman que un 25% de las exportaciones desviadas terminan en EE.UU. vía terceros países, a costa de márgenes reducidos por descuentos. La tregua podría repatriar negocios estadounidenses, pero con aranceles residuales y una economía global fragmentada, China debe priorizar el consumo interno —como planea Wang— para evitar una recesión.

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