En un golpe estratégico que ha sacudido el mundo tecnológico, el regulador chino de internet (CAC) ha solicitado a gigantes como Alibaba y ByteDance que suspendieran las pruebas y nuevas compras de chips específicos de Nvidia diseñados para el mercado chino, como el modelo “RTX Pro 6000D”. Esta decisión, tomada a mediados de septiembre de 2025, no constituye una prohibición explícita pero representa un cambio radical en las reglas del juego. La justificación oficial señala que la industria local ya ha alcanzado o superado el nivel tecnológico de estos procesadores, lo que prácticamente convierte a Nvidia de proveedor prioritario en actor prescindible en un mercado que representaba una parte fundamental de su negocio.
El trasfondo geopolítico y tecnológico
La medida se enmarca en un escenario complejo donde se entrelazan las restricciones de exportación estadounidenses, que ya habían obligado a Nvidia a crear versiones adaptadas de sus chips para China, y las crecientes preocupaciones de seguridad nacional chinas sobre posibles “puertas traseras” en la tecnología extranjera. Paralelamente, fabricantes locales como Cambricon Technologies están acelerando drásticamente su producción, proyectando triplicar su capacidad para 2026. Esta convergencia de factores ha creado el caldo de cultivo perfecto para que China impulse su soberanía tecnológica, priorizando el desarrollo doméstico sobre la dependencia externa en una área tan estratégica como la inteligencia artificial.
Las consecuencias inmediatas incluyeron caídas bursátiles para Nvidia, pero el impacto trasciende lo financiero. La empresa debe replantearse completamente su estrategia en el segundo mercado tecnológico más grande del mundo, mientras las firmas chinas aceleran sus desarrollos propios. Para el ecosistema global de IA, este movimiento marca un hito en la desconexión tecnológica entre China y Occidente, demostrando que la carrera por la supremacía en inteligencia artificial se libra tanto en los pasillos diplomáticos como en los laboratorios. El futuro de Nvidia en China se vislumbra incierto, oscillando entre un reposicionamiento como proveedor secundario o un redireccionamiento hacia otros mercados emergentes.
