Blue Origin, la compañía espacial fundada por Jeff Bezos, ha alcanzado un doble éxito en su segunda misión con el cohete New Glenn, lanzada el 13 de noviembre de 2025 desde la Estación de la Fuerza Espacial de Cabo Cañaveral en Florida. El vehículo orbital de 98 metros de altura despegó a las 3:55 p.m. ET, desplegando con precisión dos satélites de la NASA conocidos como ESCAPADE (Escape and Plasma Acceleration and Dynamics Explorers), destinados a estudiar el entorno magnético y la atmósfera superior de Marte. Esta misión, la primera comercial del New Glenn, se retrasó cuatro días por mal tiempo y tormentas solares que iluminaron el cielo con auroras boreales en Florida, pero culminó con la recuperación triunfal del propulsor reutilizable en una plataforma oceánica llamada Jacklyn, a unos 600 kilómetros de la costa atlántica.
El momento culminante llegó unos nueve minutos después del despegue, cuando el propulsor de primera etapa, impulsado por siete motores BE-4 de metano y oxígeno líquido, se separó y regresó a la Tierra para un aterrizaje vertical en la barcaza flotante. Empleados de Blue Origin estallaron en vítores al confirmar el “aterrizaje perfecto”, un hito que solo SpaceX, de Elon Musk, había logrado previamente con sus cohetes Falcon 9 y Falcon Heavy. En su vuelo inaugural de enero de 2025, el New Glenn orbitó un satélite prototipo pero falló en capturar el propulsor, lo que hacía esta segunda tentativa crucial para demostrar la viabilidad económica de la reutilización, reduciendo costos en futuras misiones. Ahora, con esta captura exitosa —la primera de Blue Origin en una misión orbital operativa—, la empresa se posiciona a la par con su rival en la carrera por dominar los lanzamientos reutilizables, abriendo puertas a contratos comerciales y gubernamentales.
La carga principal, los dos orbitadores idénticos ESCAPADE gestionados por la Universidad de California en Berkeley, se dirige inicialmente a un punto de reposo a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra, cerca del punto de Lagrange 2. Permanecerán allí un año antes de usar la gravedad terrestre en noviembre de 2026 para impulsarse hacia Marte, llegando en 2027. Una vez en órbita marciana, mapearán cómo los campos magnéticos dispersos del planeta interactúan con el viento solar, ayudando a entender la pérdida atmosférica que transformó Marte de un mundo húmedo y cálido a uno árido y polvoriento. Estos datos serán vitales para proteger a futuros astronautas de la radiación intensa y para misiones humanas. La misión, con un presupuesto inferior a 80 millones de dólares, también incluyó una demostración de Viasat para relevos de datos de telemetría de la NASA.

